jueves, 10 de diciembre de 2009

Una recomendación: “La torre de los ambiciosos” (“Executive Suite”)


TCM Clásico emite estos días en España “La torre de los ambiciosos” (“Executive Suite”), película dirigida por Robert Wise en 1954. La cinta narra la lucha de poder que se produce entre los más altos ejecutivos de una gran empresa por suceder a su presidente, fallecido repentinamente. En el momento de la votación del Consejo de Administración, el personaje encarnado por William Holden dirige las siguientes palabras a un adversario (Fredric March) y al resto de consejeros:

“Supongamos que usted es el jefe. Rige nuestros destinos e impone su política. ¿Colmaría su ambición con el beneficio de hoy sin preocuparse en sembrar para un mañana? ¿Se consideraría satisfecho aumentando el dividendo en 3 ó 4 dólares, o en 6 ó 7? ¿Le bastaría eso? ¿Es el epitafio que desea para su lápida, el récord de dividendos?”

“Cierto es que tenemos obligaciones para con nuestros accionistas, pero por encima de esas obligaciones tenemos otras: ¡La de conservar el negocio vivo y pujante! No sólo este año, sino en los venideros. A veces conviene emplear en el desarrollo los beneficios y no repartirlos en dividendos para impresionar con sus récords a los accionistas”.

“Eso le pierde. Ahí está su incompetencia. El que no siembra, no recoge. Muchos, en nuestros días, quieren ganancia rápida, segura y que no implique riesgos. Eso es no tener fe en el porvenir. Es muy frecuente hoy en día el andar a ciegas de muchos que han perdido su fe, pero lo que no saben es cómo ni por qué la han perdido”.

En ese momento, William Holden coge en sus manos una pequeña mesa y la muestra al resto.

“¡Y empezamos a fabricar cosas como ésta, un camelo para los clientes!”.

Entonces, arranca fácilmente una de las patas de la mesa y la echa a un lado.

“Éste es el símbolo de nuestra firma. ¿Qué opinión se formarán de nosotros los compradores? ¿Sabían que hay operarios que se han negado a trabajar este artículo prefiriendo pasar a otra sección con menos sueldo? No debemos exigir a un hombre que se dedique a un trabajo que reduzca su dignidad profesional. Creemos modelos de buena calidad, económicos y resistentes. Y a medida que surjan nuevas necesidades, las satisfaremos con estudio y tesón. Y una vez logrado, habremos resurgido, hacia la vida, no hacia la muerte. Y vamos a hacerlo entre todos. Del primero al último”.

En época de crisis, no hay nada como volver a los clásicos, ¿verdad?

No hay comentarios: